" ... (de todos los riesgos asociados a mi condición de astronauta) nada puede compararse con el riesgo más inquietante: el de que algo malo pudiera sucederle a algún ser querido mientras estoy en el espacio, sin forma alguna de volver a casa."
Me encanta compartir con vosotros una de las lecturas más estimulantes de los
últimos meses. Resistencia, de Scott Kelly, es el testimonio en primera persona
del astronauta que estuvo en el año 2015 un año en el espacio. Su experiencia
en la Estación Espacial Internacional la transformó en uno de los libros más
importantes que existen en torno a la relación del ser humano con la aventura
espacial.
Reconozco mi fascinación por la profesión de astronauta (¿quién no ha soñado
con serlo y al menos jugado a serlo?) y Resistencia es probablemente -con
permiso de algún otro que mencionaré después- el libro que mejor describe qué
supone ser astronauta, qué motiva a serlo, a qué se renuncia.
Es difícil resumir en unas pocas líneas todo lo que me ha enseñado la
gran aventura de Scott Kelly, pero voy a intentarlo en cuatro (más una) ideas:
Uno. El astronauta representa como nadie la figura del héroe contemporáneo,
pero en un sentido diferente al que yo entendía. Siempre vi al prototipo de
superhombre, elegido entre los elegidos, la élite enfrentada al mayor reto del
ser humano, y en realidad está más cerca de la figura del soldado que se
sacrifica por su país, dispuesto a entregar su vida por una causa mayor. Hacen,
en definitiva, algo que casi nadie está dispuesto a hacer.
Dos. La importancia de lo colectivo. El viaje espacial es el mejor
ejemplo de que solos somos mucho más frágiles y débiles que en colectividad.
Nadie como un astronauta es tan consciente de que su trabajo y su vida depende
de otros: de los que están en la Tierra vigilando que todo vaya bien y de sus
compañeros de viaje (en los paseos espaciales la imagen describe a la
perfección esa dependencia, donde cualquier error de un compañero aboca al
astronauta a una muerte inmediata).
Tres. Lo importante que es no solo tener algo que contar, sino ser capaz de
transmitirlo de la forma adecuada. Scott Kelly es uno de los astronauta que
mejor entiende que había que encontrar vínculos de interés con la opinión
pública para que esta se interesase por la carrera espacial. Esta es una gran
lección para todos los que nos dedicamos a actividades que no siempre tienen el
apoyo de la sociedad, y muchas veces esto tiene que ver con ser capaces de
contar bien y claro. Hacernos entender es el primer paso para conectar con los
demás.
Y cuatro. Scott Kelly decidió que quería ser astronauta tras leer Lo que hay
que tener, el mítico libro de Tom Wolfe que narró los inicios de la carrera
espacial. Un libro inspiró una vida que acabó contada en otro libro. Una vez
más, la magia transformadora de los libros.
Por último, me quedo con las palabras de Kelly en el epílogo de Resistencia.
Toda una premonición basada en la fe del ser humano, en la esperanza y en el
sacrificio a veces necesario para alcanzar nuestras metas: "Sé también
que, si queremos ir a Marte, será muy muy difícil, costará un montón de dinero
y tal vez vidas humanas. Pero sé que, si decidimos hacerlo, podemos."
Que tengáis una semana estupenda.
Cuando era un crío, quería ser aviador, o eso pensaba. Luego fui paracaidista. Ahora, la verdad, si puedo evitarlo, no me subo en un trasto volador. Creo que hay que estar hecho de una pasta espacial para ser astronauta. Para empezar, es muy peligroso, puedes tener el peor de los percances, y para terminar, ahí arriba debes sentirte desamparado. Pero sí me atrevo a leer el libro, que es una forma de vivir lo que no quieres o no puedes vivir.
ResponderEliminar