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Los libros repentinos, Pablo Gutiérrez (Seix Barral)

He leído el último libro de Pablo Gutiérrez después de algunos precedentes que presagiaban el éxito de mi lectura: 1) Leí su magnífica primera novela, Nada es crucial, de la que recuerdo frescura y lenguaje propio, primeras huellas de un gran escritor; 2) además tenía excelentes referencias, tanto personales (mi amigo @Luis_fer_Lopez, inspirador de tantas lecturas apasionantes) como públicas (críticas entregadas en las secciones literarias de los principales diarios); el autor es además coetáneo de un servidor (1978), por lo que me acerco a él con la camaradería que une a los de una misma generación. He de decir que mis expectativas se han visto ampliamente superadas. Los libros repentinos se ha convertido en una de las lecturas más placenteras y deslumbrantes de este año.

Portada de Los libros repentinos



En Los libros repentinos me he encontrado a un Pablo Gutiérrez maduro, con un discurso preciso y sólido, propio e inconfundible. En definitiva, un escritor como la copa de un pino, cuyo cambio de editorial es ya indicativo de esa evolución, de la frescura necesaria en Nada es crucial, su ópera prima (Lengua de Trapo es la editorial de los grandes descubrimientos literarios) a la templanza narrativa de su última novela, propia de un escritor consolidado (publicada por Seix Barral, una de esas editoriales sin la que no puede contarse la historia de la literatura en España). 



Pablo Gutiérrez

Los libros repentinos nos cuenta la historia de Remedios, una anciana de existencia frustrada, cuya vida puede ser contada a golpes de sinsabores: casada con un hombre mal elegido con el que buscaba emancipación y libertad, con dos hijos sin suerte, lejos de ella desde hace años, y todo en un barrio gris, humilde, pobre, perteneciente a esas zonas oscuras de las ciudades alejadas de guías turísticas y de campañas electorales. Un día, apenas unas horas después de morir su marido, una caja llena de libros llega a su casa por error. A partir de ahí Remedios entabla una intensa relación literaria con autores clásicos españoles que la ayudan a conocer su propia historia y a interpretar el mundo que la rodea. Remedios - y nosotros con ella - descubrimos que Baroja, Galdós, Clarín, Unamuno.. aún pueden servirnos para radiografiar a nuestra sociedad actual, nuestras ciudades, nuestras carencias y miserias, también nuestras grandes esperanzas. Estos libros son para Remedios, como podrían serlo para cualquiera de nosotros, nuestra salvación, la cuerda que evita nuestra caída.

Los libros son el inicio, la mecha de una revolución, la que Remedios emprende para revelarse contra lo establecido, dando(nos) una lección de que la acción y las posibilidades de cambio no están en las grandes cosas, sino en nuestro entorno más cercano: pequeñas acciones que encierran grandes gestas.

Es admirable como, con este planteamiento, Pablo Gutiérrez, entremezcla su novela - su discurso, narrándonos la historia en una tercera persona - con fragmentos literales de novelas de estos autores, en cursiva, para que podamos identificarlas, pero perfectamente mimetizadas en la novela (parecen haberse escrito para esta historia, en una suerte de copia-pega literario impecable), en el homenaje más original que he podido ver en un autor hacia otros autores. Los libros a los que pertenecen los fragmentos que Remedios-Pablo Gutiérrez lee-utiliza están referenciados al final del libro, en una clara invitación a ser leídos y descubiertos (o re-descubiertos en algunos casos).

La historia de Remedios es también el envoltorio de lo que Pablo Gutiérrez aborda a lo largo del libro con trazo fino y precisión de cirujano. Como decía antes, el barrio donde se desarrolla la historia pertenece a esos lugares de los que una ciudad no presume, no habla, en muchas casos ni siquiera conoce... tampoco la literatura suele frecuentar estos lugares, barrios humildes (no son los barrios marginales a los que sí recurre la literatura y el cine), viviendas sociales del extrarradio (extramuros en palabras de Gutiérrez) al otro lado de las autovías radiales de las ciudades, ocultos tras grandes paneles para no perturbar el viaje del conductor que vuelve a casa. Estos barrios definen la desesperanza de nuestra sociedad, los grandes fracasos colectivos. Pablo Gutiérrez nos abre los ojos y nos muestra la trastienda de nuestro estado del bienestar (que dicho sea de paso, se empequeñece día a día a nuestro alrededor).

Los libros repentinos es también una historia donde las mujeres son protagonistas. El discurso del autor se dignifica y se hace más real mostrándonos a una anciana  (perfil poco utilizado para un papel protagonista) alrededor de la que gira esta historia. Siempre es buen momento para reivindicar las grandes historias contadas o protagonizadas por mujeres.

Es de esos libros que apetece regalar y recomendar; deja un poso que perdura en el tiempo y en él se reconoce a un escritor que está destinado a participar de la historia de la literatura en español en este siglo. Es un homenaje a la literatura que no debes perderte bajo ningún concepto.

Estoy seguro que después de leer Los libros repentinos esperarás ansioso un nuevo libro de Pablo Gutiérrez, por lo que te invito a que mientras tanto descubras sus dos novelas anteriores, Nada es crucial (Lengua de Trapo, 2010) y Democracia (Seix Barral, 2012).



Portada de Nada es crucial

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