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Suicidio, Edouard Levé (451 Editores)


Los libros nos regalan a veces mágicas cadenas de lectores que nos ofrecen hallazgos impagables. Llegué a este libro y a este autor a través de una buena amiga, recomendada a su vez por Carlos Pardo (del que hemos escrito aquí en su faceta de novelista), cuando éste trabajaba como librero en la librería Antonio Machado (templo adorable de la literatura madrileña). Indagué sobre el autor y leí este artículo de El País donde se hablaba de su vida y de su obra, trágica y necesariamente ligadas.

Edouard Levé escribe Suicidio en el año 2008, con 44 años, tras varias incursiones en otras disciplinas artísticas -especialmente destacable su obra pictórica y fotográfica- y 3 años después de su libro Autorretrato, obra autobiográfica donde revela en primera persona el universo que le define y le rodea: sus miedos, sus filias y sus fobias, sus obsesiones y rasgos más extravagantes de su personalidad. Se trata de un tratado que disecciona sus propósitos vitales, una magnífica carta de presentación para entender al hombre y al artista.
Portada de Suicidio
 

Suicidio podría considerarse una obra de ficción no autobiográfica. Se trata de una obra epistolar donde el autor, utilizando la segunda persona, se dirige a un amigo que acaba de suicidarse. Entabla con él un diálogo imposible (su interlocutor ya está muerto) y a través de esa conversación nos sumerge en la vida del difunto en una suerte de guía de entendimiento del suicidio. Es un acto valiente y poco habitual, aquél que consiste en entender al que de forma voluntaria decide acabar con su vida. En este recorrido, paradójico y por ello doblemente desgarrador, conocemos a una persona con motivos para la vida, conocedor de dichos motivos, y que a la vez va conociendo a lo largo de su vida que su relación de apego a la vida le une de una manera inequívoca con la muerte, como si su recorrido vital fuese un camino de autoconocimiento hasta llegar a una muerte prevista y voluntaria. No hay nada más sobrecogedor e incomprensible que comprender cómo alguien ha sido capaz de convivir conscientemente con la posibilidad y la decisión de quitarse la vida.
Pero la consideración como obra de ficción pierde todo su sentido con lo sucedido en la vida real: tres días después de entregar el manuscrito del libro a su editor, Edouard Levé se quita la vida. Entonces la obra cobra otro sentido, ya que ese amigo de ficción se convierte en él mismo, y el diálogo con otra persona se transforma en realidad en un diálogo consigo mismo. El libro se convierte de nuevo como en Autorretrato en un tratado autobiográfico donde ya se sitúa en un punto temporal que aún no ha sucedido, aquél en el que él ya ha muerto. ¿ficción o no ficción? Probablemente los hechos sobrepasan con creces la posibilidad de reflexionar sobre esta pregunta. Se trata de un ejercicio literario de metarrealidad inédito, donde ya se está contando lo que el autor sabe que va a suceder.
Edouard Levé

Tal y como puede leerse en el artículo de El País, el editor de Levé ya vio algo extraño en el libro que el escritor le estaba entregando, incluso llega a preguntarle si piensa suicidarse, sospechando que la obra no es un ensayo sobre la muerte voluntaria sino una carta de despedida del propio autor.

Se ha escrito mucho sobre el autor y sobre el libro. ¿Fue su suicidio un acto de culminación de la obra total, algo tan buscado por artistas de todo tiempo y lugar? Lo que puedo deciros es que la lectura de Suicidio es una experiencia perturbadora y única, difícil y a ratos desagradable, y en todo caso produce intensas y complejas sensaciones. Me parece una lectura necesaria para completar todo el abanico literario del lector ávido y curioso que busca permanentemente nuevas fronteras artísticas, aunque no recomiendo el libro a lectores con almas sensibles, porque la experiencia puede no ser agradable.
Literariamente el libro tiene muchas cualidades de estilo y lenguaje, consigue atrapar al lector con una narrativa directa e hipnótica. Pero no cabe duda que el libro no es analizable sin todo el contexto que le rodea, lo que le convierte en mucho más que un simple libro.
Os invito a que leáis Suicidio y viváis vuestras propias sensaciones. Si decidís no hacerlo, reflexionad sobre el debate que suscitan este tipo de obras, donde realidad y ficción están necesariamente unidas, donde, como hemos comentado en otras ocasiones, la ficción es la mejor manera que encuentra el artista de acercarse a la realidad, dejando en ridículo a la ortodoxa y comercial dualidad ficción-no ficción.

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