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Animales que no se pueden acariciar, Javier Quevedo (Pepitas de Calabaza)

Un pequeño libro lleno de sorpresas. Con un título tan hermoso. Un libro un tanto poético en algunos de sus relatos. Asombroso e imaginativo.


Portada de Animales que no se pueden acariciar
Animales que no se pueden acariciar es un zoológico que Javier Quevedo ha construido pacientemente en el jardín de su escritorio, alrededor de su cabeza. Es la suma de unos relatos de muy diferentes especies —“El puente de los tropiezos”, “Entra un gangoso en una farmacia”, “¿Se cortan las uñas de los pies los verdugos?” o “El amor al interior de las curvas”— que, narrados por una voz única, nos imbuyen en historias inquietantes, asombrosas, disparatadas o tensas que provocan en el lector múltiples sensaciones entre las que no cabe la indiferencia. Son piezas que —como muy bien reconoce Ángel Zapata— “a través del humor, de la poesía, la belleza convulsa […] le hablan de cerca y en su propio idioma a ese animal de fondo que en cada uno de nosotros no se deja acariciar, ni falta que hace”. 

Los tres primeros cuentos me resultaron curiosos pero no me llegaron a entusiasmar, sin embargo al adentrarme en los siguientes reconocí una obra muy interesante. Diferente, divertida a ratos, original, muy valiente.  

Lo cierto es que los relatos me encantan. Me gusta muchísimo encontrar libros como éste en los que refugiarme del bullicio de la rutina. En días ocupados, encontrar un hueco de diez minutos para leer un relato. Sin necesidad de pensar en la continuidad de una novela, son un soplo de aire fresco. Y más si son tan originales como los de “Animales que no se pueden acariciar”. 

El primero que me hizo notar esa sensación fue “El puente de los tropiezos”, con aires de cuento antiguo o leyenda oriental. Mi favorito es “La mujer sin cabeza”, surrealista y lleno de humor. Sólo por este cuento la recopilación merece la pena. Pero son once relatos muy diferentes entre sí con distintas reflexiones lo cual hace que la sorpresa siempre sea distinta.  

Os recomiendo leer este libro y visitar esta editorial si aún no lo habéis hecho. Todas las veces que he tenido el placer de encontrarme con una obra suya me he llevado una grata sorpresa. De verdad. Si conocéis a algún amante de los relatos, sobre todo con cierto carácter surrealista regaladle el libro sin dudar. 

Sobre Javier Quevedo Arcos (Sevilla, 1957) comentaros que estudió filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid y en la actualidad trabaja de bibliotecario en Vallecas. Aunque antes ha publicado relatos en tres antologías colectivas, Animales que no se pueden acariciar es su primer libro, que, además, ha resultado ganador del XXI Premio Literario Café Bretón & Bodegas Olarra. Menudo primer libro.  

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