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Eloísa debajo de un almendro, Enrique Jardiel Poncela (Cátedra)

Hay momentos en los que, tras una serie de lecturas poco afortunadas, cunde el desánimo. Nuestro espíritu lector entra en crisis y necesitamos un revulsivo, una elección con la que recobrar la esperanza. Ahí es cuando, como amigos fieles a los que podemos dejar de llamar durante meses pero sabes que siempre están ahí, aparecen los clásicos.

Los despreciamos, pasamos de largo en las librerías, incluso hablamos de ellos sin haberlos leído. ¡Cuántas injusticias a sus espaldas!

Por eso de vez en cuando conviene, entre novedades y lecturas contemporáneas (imprescindibles, sin las que no podríamos vivir), detenerse ante un clásico que se nos escapó, o que leímos en el colegio y no entendimos, o que hemos visto en la estantería de nuestros padres durante décadas como si hubiera perdido su condición de libro y fuera simplemente parte del paisaje..

Este año me he propuesto reencontrarme (o simplemente encontrarme) con un puñado de clásicos de esos que hacen que el mundo sea mejor, esos sin los que la vida sería un poco más gris. Ana Karenina, Crimen y Castigo, Madame Bovary... . Y Enrique Jardiel Poncela, al que os traigo esta semana al blog.


Portada de Eloísa está debajo de un almendro
Para mi un gran desconocido hasta hace poco, he leído y disfrutado como hace tiempo no lo hacía de Eloisa debajo de un Almendro, obra de teatro del autor publicada por la editorial Cátedra dentro de su colección Cátedra Base.

Compuesta por un prólogo, primer y segundo acto, la obra gira en torno a una historia de amor, la de Mariana y Fernando, alrededor de la cual vemos circular a las familias de ambos, de dudosa cordura, y un perturbador misterio que rodea a la relación entre ambos. Su propio amor -de origen turbador- una vieja desaparición y una finca (la de Fernando) rodeada de extraños acontecimientos.

Prefecto representante del sainete español que tanto éxito cosechó en los siglos XVIII y XIX, reúne sus principales virtudes: comedia costumbrista, accesible a todo tipo de público, orientada al entretenimiento más puro. Todo esto con el añadido del estilo característico de Jardiel Poncela: humor absurdo, rozando el surrealismo, humor negro, a ratos negrísimo, ridiculizando de forma velada las costumbres propias de la época.


Retrato de Enrique Jardiel Poncela
En la obra no nos es difícil ver la influencia que Poncela ha tenido sobre grandes figuras del cine español posrerior;: Edgar Neville sin duda, Berlanga, y mucho después Alex de la Iglesia. Jardiel Poncela es, sin duda, el padre artístico del gran humor español de la segunda mitad del siglo XX.

Me encanta que los libros de la colección Cátedra Base incluyan al final del libro una colección de preguntas que diagnostican el grado de comprensión de la obra por parte del lector. Se trata de un potentísimo recurso pedagógico para jóvenes lectores, que puede ayudarles no solo a comprenderla mejor, sino a disfrutarla con más intensidad gracias a la reflexión posterior a la lectura.

Quiero terminar haciendo una mención especial a Cátedra, la editorial de los clásicos por antonomasia, a la que acudir cuando, como decía al principio, necesitemos recuperar la brújula de la nueva literatura. Sus colecciones Narrativas Hispánicas (los libros negros), Letras Universales (los libros blancos), Biblioteca Avrea (los enormes volúmenes que recogen obras completas de grandes autores) y ahora Cátedra Base (hasta ahora desconocida para mi, ediciones de acercamiento a primeros lectores de clásicos) llevan treinta años acompañándome y ocupan un lugar preferente en mi librería. Ese lugar al que acercaré a mi hijo en el momento adecuado, para mostrarle la magia que encierran los grandes clásicos, magia que nos ilumina y nos guía a lo largo de la vida.

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