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El proxeneta, Mabel Lozano (Alrevés)


Motivado por su reciente reconocimiento en la última Semana Negra de Gijón – el premio Rodolfo Walsh a la mejor novela basada en hechos reales – me hice con El proxeneta, de Mabel Lozano, con la reservas lógicas de una autora desconocida para mí (como autora) pero con el aval del citado premio y de su interesante trayectoria en el terreno del cine documental, así como el respeto creciente del que escribe por Alrevés, una editorial que, con paso firme y una enorme coherencia, está dotando a su catálogo en español de una calidad referente en el sector.


El proxeneta es la historia contada en primera persona de Miguel “El músico”, uno de los empresarios de la prostitución más poderosos de España en las últimas décadas, un proxeneta que, partiendo del negocio desde los escalones más bajos (comienza como portero de un pequeño club) acaba al frente de algunos de las macroburdeles más importantes del país. De esta forma, como si de una confesión se tratase, Miguel relata con pelos y señales cómo funciona el negocio, su evolución desde los años ochenta hasta el día de hoy, la indivisible línea entre la prostitución y la trata de mujeres (y la consecuente desmitificación del venta libre de sexo, una de las grandes mentiras del negocio), la violencia inherente a este mundo y el complejísimo entramado empresarial y criminal que lo convierte en una de las actividades más lucrativas que existen.


Mabel Lozano utiliza una técnica narrativa interesante y compleja, apropiándose de la voz de Miguel (convirtiendo sus conversaciones reales con él en narración) y sumando a esta su visión (la de la autora) sobre el negocio tras meses (suponemos) de investigación, con datos, escenarios y hechos reales. Conseguir aderezar el relato de Miguel con su aportación periodística sin restar un ápice de verosimilitud a la historia (todo lo contrario en realidad, potenciando su fuerza narrativa).


He de confesar que la historia tiene un efecto que me cuesta reconocer. Es tal la frialdad con la que el protagonista nos cuenta su experiencia y nos describe todo tipo de situaciones, que durante la lectura he sido capaz de empatizar con él (o de simpatizar, no sabría trazar con precisión la línea divisoria). La amoralidad implícita en el tono del Miguel es incómoda y como lector puedes llegar (como a mí me pasó) a acostumbrarte. Analizando con detalle esta reacción como lector, creo que se debe precisamente a la “intrusión” de la autora en la confesión, ya que a veces da la sensación de que el que lo cuenta es ajeno a las fechorías relatadas, y parece que en muchas ocasiones se está desmarcando de las mismas. Solo mirando la lectura del libro con perspectiva es posible ver dónde acaba el relato de Miguel y dónde empieza el de Mabel, y qué parte de esa empatía sentida es en realidad fruto de la pluma de la autora. Me parece, en definitiva, un ejercicio creativo encomiable y brillante que atrapa en sus garras de forma despiadada al lector, al que le es imposible despegarse del libro a lo largo de su lectura.


El proxeneta forma parte de la literatura que consideramos necesaria para avanzar en la construcción de sociedades mejores. Los puticlubs (no soy capaz de utilizar eufemismos para referirme a estos lugares) forman parte del paisaje de nuestras carreteras, como los toros de Osborne (cito textualmente del libro) y debemos ser capaces como sociedad responsable de levantar la voz y mostrar nuestro más profundo rechazo a las prácticas que permiten la supervivencia de estos negocios. Empresarios, autoridades que lo permiten (por acción y omisión) y clientes son responsables de unas organizaciones que comercian, humillan y esclavizan a seres humanos. Es impagable la lectura de un libro que, lejos de ambigüedades, destierra la falsa creencia de que la trata de seres humanos y la prostitución son cosas distintas, y de que la legalización de la segunda acabaría con la primera. Nuestras actitudes intolerantes como ciudadanos deben ser valientes e inequívocas.



En mi caso particular, las aventuras (y desventuras) de Miguel “El músico” me han causado un impacto especial, ya que gran parte de la historia se desarrolla en territorio manchego. Valdepeñas es la ciudad testigo del crecimiento de la fortuna del protagonista, que comienza regentando un pequeño burdel para acabar levantando un gran imperio de la prostitución. Otros lugares cercanos de la provincia de Ciudad Real sirven de escenario accidental a la historia, y no solo con burdeles como protagonistas, sino también comisarías, despachos de notarios o sedes judiciales. Lugares reconocibles por cualquier habitante de la zona como Almadén, Almansa, Manzanares, la propia Valdepeñas o Puertollano (cuna de este blog) son los lugares reales donde campaban a sus anchas El músico y sus secuaces. Es más, todavía, en palabras del protagonista, campan (aunque él se retiró hace años). Los buenos y los malos se persiguen y se mezclan, y no siempre es fácil distinguirlos.





En El proxeneta apenas hay nombres reales pero la confesión es comprometida y reveladora, porque aunque el protagonista permanece en el anonimato, sospecho que para los que vivieron cerca de él (y son delatados) no debe ser difícil saber quién es.




Una gratísima sorpresa la lectura del primer libro de Mabel Lozano, lo que nos demuestra lo enriquecedor que es reinventarse a cada paso y buscar nuevas facetas de uno mismo más allá de la experiencia vivida. Antaño presentadora de televisión y modelo, la toledana ha encontrado un sitio referente en la denuncia social activista a través del cine documental y en este caso de la literatura. Nuestra más sincera enhorabuena por el ejemplo y la responsabilidad social que ello conlleva. El proxeneta también es ahora un documental (dirigido también por ella), estamos deseosos de verlo. De momento, os recomendamos fervientemente la lectura del libro, y reivindicamos desde aquí la literatura de compromiso como vehículo de transmisión de valores y cambio.





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