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Nejishiki, Yoshiharu Tsuge (Gallo Nero)

Hoy toca hablar de un clásico del Manga, género que no se prodiga demasiado en nuestro blog pero que no perdemos de vista, por todo lo que le debemos y todo lo que ha inspirado a la novela gráfica occidental. Nejishiki es un clásico, y marcó un antes y un después en el universo Manga (cómic japonés) abordando fondos y formas nunca antes explorados.


Os dejo la sinopsis del libro, perfecta síntesis de su importancia:

Nejishiki se publicó por primera vez en un número monográfico de la revista GARO de junio de 1968 dedicado a Yoshiharu Tsuge. Una de las novedades formales, al margen de su temática onírica y surrealista, fue la inclusión del color en un contexto donde todas las obras se publicaban en blanco y negro. El autor a afirmó que Nejishiki era un ejercicio puramente artístico, alejado del concepto tradicional del manga. No obstante, más tarde se desdijo a sí mismo al asegurar que solo había plasmado sobre el papel un sueño que tuvo una tarde de verano tumbado sobre el tejado de una caseta donde se vendía ramen. La razón de plasmar su sueño sobre el papel fue bastante prosaica: se acercaba la fecha comprometida para entregar una historia y no tenía nada preparado. A falta de otra cosa, decidió, por tanto, enviar Nejishiki, que se convirtió de inmediato en una obra de culto. A pesar del manifesto desinterés del autor por el mundo de los sueños, Tsuge abrió un camino que otros transitarían después. El autor siempre insistió en que escribió Nejishiki sin un propósito especial, si bien las historias que componen este volumen constituyen un antes y un después en la historia del manga.


En primer lugar, confieso mi sorpresa. Que la editorial Gallo Nero - a la que tengo un especial cariño por su magnífico catálogo de narrativa - haya publicado esta obra gráfica nos debe hacer permanecer alerta sobre editoriales que, como esta, están cuidando la publicación de novela gráfica y arañando un espacio copado casi totalmente por dos o tres monstruos editoriales nacionales. Gallo Nero en este sentido, se ha hecho un hueco en el mundo del manga de calidad literaria.



Ya desde las primeras páginas nos damos cuenta de que estamos ante una obra singular. Se trata de un puñado de historias cortas, sin aparente conexión, donde el autor despliega todo un universo donde lo real y lo imaginario se superponen, y donde lo racional deja paso a lo inexplicable, a lo no lineal y a los sucesos sin explicación lógica (como ocurre solo en los sueños).

No cabe duda de que para situar en importancia esta obra es necesario tener en cuenta que fue publicada por primera vez (no completa, pero sí una parte) en 1968 (cincuenta años, ahí es nada). La libertad sexual con la que se narran algunos de los relatos llaman la atención aún hoy en día, en un ejercicio de expresionismo difícil de encontrar en la cultura contemporánea actual.

Negishiki me recuerda a la obra surrealista del primer cuarto de siglo, encabezada por Salvador Dalí y la escuela surrealista francesa. Las explicaciones tenemos que buscarlas en nuestro subconsciente, y la narración debe ser interiorizada aún sin ser comprendida de forma racional. Hay que asumir la atemporalidad del relato y dejarse llevar por la fuerza de las imágenes mostradas.


Los personajes vagan sin rumbo en ocasiones, y encuentran de manera fortuita aquello que parece dar sentido a su vagar (o a su búsqueda). La guerra, el dolor, el rechazo son algunos de los temas abordados en esta obra ecléctica y absolutamente heterodoxa.

Una obra de la que disfrutar sin complejos y que en parte debe ser disfrutada como lo que es, un experimento necesario que abrió puertas a otras formas narrativas que hoy consideramos absolutamente normales y que antes, sencillamente, no existían.

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