No me considero un lector selectivo en cuanto al número de páginas de los libros a los que me enfrento, porque un libro de ochocientas páginas puede derivar en una lectura apasionante y frenética mientras que un libro de cien puede resultar en una interminable agonía. No obstante, y aunque generalizar en esto puede hacernos caer en flagrantes injusticias, últimamente me confieso admirador de los libros de menos de trescientas páginas (con los de menos de doscientas puedo llegar a hacer la ola). Admiro el esfuerzo que hay detrás del ejercicio de síntesis que supone contar más con menos, y estoy un poco en contra de la cultura del tochaco. Los tres libros leídos esta semana responden a estas características, y son magníficos ejemplos de que en estos casos el tamaño sí importa, aunque sea justo al revés de lo que podáis estár pensando:
Gordo de Feria,
Esther García Llovet. He
de confesar mi adicción por los libros de menos de 150 páginas. Debe ser porque
en ese espectro me encontrado joyas que me han alegrado el día, dos días como
mucho. Inyecciones de felicidad entre libros gordos. Y hay mucho de Anagrama en
esta rutina lectora, libros que oxigenan a otros, y que demuestran que, como
dicen los que saben, utilizar menos palabras para contar una historia requiere
más talento que dejarse llevar por la incontinencia escritora. Pues eso, que he
leído Gordo de feria, y me ha
encantado, alegrándome el día y medio que lo he disfrutado. Castor es humorista
de moda en un Madrid en el que todos podemos reconocernos y un día se encuentra
con un camarero idéntico a él, un doble. Y tiene un plan. Y el plan le lleva a
otros planes. Y en algún momento parece que se le va de las manos, pero no. O
sí. Una novela muy divertida, y una autora que me ha recordado a dos de los escritores
que más me han hecho reír con sus libros, Juan Aparicio Belmonte y el maestro
Eduardo Mendoza.
Otoño, Ali
Smith. Este
es el primer libro del llamado Cuarteto Estacional, la tetralogía que Ali Smith
acaba de terminar y que Nórdica ha empezado a publicar, uno por estación. Otoño es fascinante, y no sé cómo
describirlo de forma breve (ni aunque tuviera la vida entera creo que podría
hacerlo). La vida, el tiempo, nuestra existencia, contada por dos personas, un
anciano en la cama de una residencia en los últimos instantes de su vida y una
joven inglesa que va a visitarle. Una relación que procede de la infancia en
una Inglaterra postBrexit donde aún cuesta entender dónde están los límites de
Europa y Gran Bretaña parece un barco a la deriva, con sus tripulantes
desorientados. Tengo la sensación de estar ante algo muy grande, pero aún no lo
veo, como si la pieza (la primera) de este puzle solo me permitiera adivinar el
dibujo final. Ojo con este libro, anotadlo porque merece la pena.
What´s in a name?, Ana Luísa Amaral. Continuando
mi indagación en el mundo de la poesía (que no deja de ser un proceso de
indagación de uno mismo), he leído el nuevo poemario de Ana Luísa Amaral, y he
de decir que la experiencia ha sido emocionante. Primero, porque al principio
me costó entrar en sus poemas de verso libre donde lo cotidiano es el
protagonista casi absoluto, y donde tenía la sensación de quedarme fuera. Nada
más lejos de la realidad: descubrir poesía en un pequeño acto es doblemente
revelador. Y la autora, en su afán exploratorio de la normalidad, ha conseguido
que con algunos poemas me haya sobrecogido.
Dos cosas que quiero destacar, su poema de la receta de XXXX me ha recordado enormemente a la pequeña joya de Héctor Abad Faciolince, Tratado de culinaria para mujeres tristes, un libro sobrenatural, maravilloso. Lo segundo es sobre la metodología de mi lectura. Al ser un libro en portugués, he leído de una forma diferente a cuando leo poesía en inglés, donde primero leo el poema original y después el traducido. En este caso he leído los poemas traducidos primero, para ir al original cuando el poema me gustaba o me llamaba la atención. Y he disfrutado mucho haciéndolo así, y descubriendo (o constatando) lo bonito que suena el portugués, idioma que ya tiene música incorporada. Qué bonito suena el portugués recitado, cantado o leído. Ojalá el español suene parecido en el oído de las gentes de otros países.
Ojalá los libros que reseñas sean tan buenos como la aproximación crítica que haces de ellos. Este blog es un descubrimiento apasionante,una brújula amable,un estímulo cierto. Gracias!
ResponderEliminar¡Muchas gracias por tu comentario! Qué lujo hacer el blog con gente así al otro lado. Un abrazo.
Eliminar