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Leer, ¿para qué?

Leer para conocerse mejor, esa es probablemente la virtud que más aprecio de esta afición. Y por eso quizás soy más de ficción que de ensayo, de novela que de cualquier otro género. No obstante, aunque mi predilección sea la novela realista que cualquier otro género - y por eso adoro la tradición literaria norteamericana del siglo veinte - , también soy un apasionado de la no ficción, de la literatura de viajes, de la divulgación científica. Leer también es aprender, asimilar nuevos conceptos, y con ellos desarrollar nuestra capacidad de reflexionar mejor sobre lo que nos rodea. Esta semanas me he dejado acompañar por tres libros para entender mejor el mundo que nos rodea:



Cómo evitar un desastre climático, Bill Gates. Si hablamos de cambio climático y si el que nos habla es una de las mentes más brillantes de nuestro tiempo, hay que sentarse y escuchar (o en este caso leer). Bill Gates ha escrito un libro que hay que leer y recomendar, porque supone un ejercicio divulgativo imprescindible para entender la importancia del futuro del planeta, y de las decisiones que tenemos que tomar en torno a la energía que necesitamos para vivir. Una de las grandes virtudes del libro es que se deja leer (al menos en una buena parte) sin que sea necesario tener conocimientos científicos: el señor Gates te lo explica todo de forma muy sencilla. Otro de los méritos del libro es que analiza el problema de las emisiones de CO2 de forma muy global, no solo medioambiental y climática. También social, económica y políticamente, lo que hace la comprensión más accesible. Es más fácil entender qué le pasa a un cultivo si las condiciones climatológicas cambian o cómo afectan estas a la factura de la luz más que entrar en una disquisición puramente científica sobre el efecto del cambio climático del planeta, en ese sentido me quito el sombrero. Bill Gates plantea soluciones tecnológicas concretas (electrificación masiva, eliminación de combustibles fósiles y alternativas en la generación) pero sobre todo habla de soluciones políticas globales. Y ahí es donde el optimismo que él manifiesta a mi se me cae un poco. Conseguir que los países emergentes renuncien a la solución fácil de abrazar las formas de energía más económicas en la actualidad, confiando en que las tecnologías limpias serán las más económicas gracias al desarrollo y el esfuerzo de los países civilizados, me parece más utópico que realista. Y no seré yo el que contradiga al señor Gates, pero me deja con la sensación de que ha escrito una hoja de ruta que, de tener poder en este mundo, no sabría por donde empezar a cumplir. De momento, mi profunda admiración por haber escrito un libro que enseña y conciencia, y solo por eso ya merece la pena apoyarlo y difundirlo.



Un verdor terrible, Benjamín Labalut. Se trata de una de las propuestas más interesantes que nos hemos encontrado en meses, y nos confirma algo de lo que estoy plenamente convencido: la clave del aprendizaje (docente, informal, vital, académico o no) es la pasión. Un verdor terrible es como la clase del instituto de ese profesor que cerraba el libro y se apartaba del temario oficial y del que todavía nos acordamos. Es más, es del que más aprendimos. Pues con la literatura pasa igual, y este libro es un ejemplo perfecto. Historias sobre acontecimientos científicos encadenados (con ciertas licencias literarias): el descubrimiento del azul de Prusia, el cianuro como método de envenenamiento, la teoría de la relatividad… y la relación de estos descubrimientos con los cambios históricos que produjeron, más allá de la conciencia de los descubridores sobre las consecuencias (a veces insospechadas). Y lo mejor es que Labalut nos lo cuenta y nos atrapa aunque nuestra base científica sea la de un niño de diez años.



Una guía sobre el arte de perderse, Rebeca Solnit. Un ensayo oxigenante este conjunto de piezas independientes en los que Solnit reflexiona sobre la necesidad de perderse en sentido reflexivo (y positivo) de la corriente vertiginosa del modo de vida que nos tiene atrapados. ¿Ensayo? ¿Memorias libres? ¿Dietario de vivencias reveladoras? ¿Episodios de la Historia e historias en torno al descubrimiento que conlleva una reflexión previa? Quizás es un poco de todos, y en cualquier caso se trata de una defensa de la evasión activa hacia asuntos en principio no prioritarios, cuando en realidad se trata de las cosas realmente importantes, solo que a veces se nos olvida.

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