Ya os habíamos hablado hace poco en el blog de Marta Sanz, un descubrimiento que nos habían hecho y con el que estábamos más que satisfechos. En éstas estábamos cuando hicimos una visita a Litec, una de nuestras librerías favoritas. Y ahí que nos cargamos con dos libros más de la autora. Uno de ellos es esta pseudo novela negra, Black, black, black. Leyendo la sinopsis me atrajo mucho poder combinar la narrativa tan inteligente que ya habíamos disfrutado y una novela dentro de un marco detectivesco que yo personalmente siempre ando buscando. Dice la autora que ha leído todo lo posible de Raymond Chandler, Dashiell Hammett, Patricia Highsmith, Simenon, Vázquez Montalbán... lo que confirma que un buen argumento policiaco no está reñido con la mejor escritura.
Los padres de Cristina Esquivel, una geriatra a la que han encontrado estrangulada en su piso de Madrid, contratan al detective Arturo Zarco para que encuentre al asesino. En realidad, lo que esperan es inculpar a Yalal, el albañil marroquí con el que estaba casada Cristina, y que ahora tiene la custodia de la hija de ambos. Zarco es un detective muy poco convencional; cuarentón, gay, y aún estrechamente ligado a Paula, su ex mujer, a la que cuenta y con la que discute por teléfono las vicisitudes de la investigación, y hasta los pormenores de sus fascinaciones eróticas.
Empiezas a leer y descubres que la novela negra, el crimen cometido, el oficio de detective del protagonista, la propia definición de protagonista...todo esto es un Macguffin de manual. Esta novela nos cuenta otras cosas, muchas otras cosas que son lo que realmente quiere contar. Como toda novela negra de verdad. Como todo Chandler.
Hay tres narradores a lo largo de ella. Comenzando con Zarco, "el protagonista". Lo pongo en comillas porque a mí no me ha parecido el protagonista en absoluto. Con él descubrimos el crimen, los personajes, la búsqueda del leiv motif, los sospechosos. Descubrimos los prejuicios de este detective, los de los padres de la víctima, los de los propios vecinos. Descubrimos además una relación enfermiza con su ex mujer, una relación con más ataduras de las que parece y a través de la cúal se nos enseñan las preferencias eróticas de Zarco, su obsesión con un nuevo enamorado y cómo esto le ciega en la investigación que lleva a cabo.
Cuando comencé con esta parte me sentí muy descolocada, la narración era precisa, ágil, ingeniosa. Pero resultaba algo repetitiva en los pensamientos de Zarco, en su relación con el chico del que se encapricha y en su manera de contárselo a su ex mujer. Esto hizo que me sintiese algo decepcionada, estancada, pero no descubrí las intenciones de la autora hasta que continué con el siguiente narrador.
El segundo cuentacuentos (Zarco y ella son los narradores menos fiables) es Luz, la madre de Olmo, el nuevo enamorado de Zarco. Una de las integrantes de la vecindad donde ha ocurrido el asesinato. Una mujer inteligente, culta, que nos lleva por los hechos a través de un diario que escribe durante el año anterior a los acontecimientos. Aquí nos encontramos con los pensamientos de una mujer madura con sus propias opiniones de los vecinos, tomándose la justicia por su mano o imaginándoselo (esto es lo que debemos descubrir) ante las costumbres, las vidas molestas y perniciosas de sus congéneres.
En este punto lo entendí todo. ¿Seguimos los razonamientos obtusos de Zarco? ¿Nos creemos lo que nos cuenta Luz? Ella nos cuenta sobre las fricciones sociales en una vecindad. No es una asesinato cualquiera, muestra el asco, la rabia, la pereza que nos pueden dar nuestros vecinos. No somos un individuo aislado y la convivencia nos llena de sentimientos límite que puede llevarnos a la ruina.
Por último entra en combate Paula, la ex mujer de Zarco, la verdadera detective. Ella es la que nos va a aclarar el punto de vista de los anteriores narradores. Cual miente, cual se ve acechado por sus miedos, por sus deseos. Ella realiza la verdadera investigación, realiza las pesquisas y entrevista a los sospechosos. Descubrimos las dos caras de la moneda, lo que ve la convivencia y la realidad. Con ella descubrimos que los deseos son eso, deseos, y que los motivos verdaderos suelen ser los habituales, el egoísmo, la avaricia, el miedo.
La narración más sincera, el personaje más emotivo por sus lazos con el detective, por su adicción a éste a pesar del abandono. Ha sido la parte que más he disfrutado y ha supuesto un cierre del libro perfecto. Me ha dejado con muy buen sabor de boca para continuar con más obras de Marta Sanz, incluyendo la continuación con varios de estos personajes en la novela " Un buen detective no se casa jamás". Es una maravilla entender que no te habías equivocado con una autora, que has descubierto a alguien a la que seguir y a la que admirar. De verdad que Marta Sanz nos está dejando sin palabras, o al revés, está añadiendo palabras a nuestro día a día. Si aún no habéis leído algo de ella, la recomendación se afianza, nos lo agradeceréis.
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