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Neel Ram, de PL Salvador

Este blog no pretende ser un ejemplo de coherencia (dios nos libre), y si tuviéramos que presumir de algo podría ser de otras cosas, pero nunca de coherencia. Hablando de ella (o de la falta de ella), a lo largo de nuestra historia hemos sido especialmente erráticos en el formato: hemos pasado de reseñas individuales y sesudas a ejercicios de recomendación más accesibles, apuntando a lo concreto, dando foco a las sensaciones más que a los detalles. En este sentido, en lo que llevamos de año hemos encontrado el punto dulce en nuestras prescripciones semanales de los domingos: 3 libros para la semana, coincidentes con nuestras últimas lecturas. Nos sentimos cómodos haciendo justo esto y justo ahora, ni (os) saturamos, ni (nos) saturamos y nos creemos accesibles.

Sin embargo, ha llegado un libro que nos obliga (porque queremos, es cierto) a transgredir la norma. O no. Un libro que son tres, con lo cual he llegado a la conclusión de que por esta y por otras muchas razones, era de justicia romper nuestros principios (los de ahora, a lo Groucho Marx). Es Neel Ram, la última triple novela de P.L. Salvador. A ver qué sale, comenzamos.



Uno. Por el final. Voy a empezar por el final, por el sitio al que quiero llegar (y llegaré) pero que puedes perderte si no aguantas: Tienes que leer Neel Ram. Si te gusta la buena literatura (o si te jactas de ello, si no te importa pararte, echar marcha atrás, que te abran la boca mientras lees, que te la cierren, que sientas que un escritor te está tomando el pelo y en realidad te encanta que lo haga. Si reconoces una novela cojonuda entre todas las demás sabrás enseguida que estás ante una de ellas.


Dos. Trilogía. Neel Ram no es una trilogía, son tres libros que podrián haber adquirido vida propia, pero conviven juntos como ingredientes indisolubles para un cocktail, que pueden tomarse por separado pero solo juntos producen la magia.

Del primero, El vampiro virgen, brotan los otros dos, que nacen engarzados al primero pero que tan pronto como comienza la lectura cogen vuelo y se transforman en lo que tú decidas como lector.


Tres. El primero: El vampiro virgen. La novela. La Novela. Un polifonía hecha libro. La historia de Kewo y Min, un paciente y su psicóloga, y de un libro, del que forman parte. Porque ellos son personajes (como si alguien no lo fuera) creados por Dad, ahora sí, el protagonista de la historia. Dad escribe sobre ellos, Kewo y Min, pero esta es también la historia de Dad y Min. Un camino en el que nos encontramos con Bloss (que no es sino el pseudónimo de Dad), el protagonista del libro de un tal PL Salvador. Porque todo conduce al encuentro entre Dad y Salvador. En Calpe, dónde si no.

El vampiro virgen, es en definitiva, la historia del encuentro de un escritor con su personaje, de un diálogo que es el fruto de una búsqueda y que no es otra cosa que la representación del diálogo – necesario al menos una vez en la vida – de uno consigo mismo.

Esto, señores, es la novela total, de múltiples entradas y salidas, de relatos dentro de relatos que se sitúan en la periferia de la novela principal. Y todo sin que en ningún momento esté claro cuál es la novela principal. Si tuviera que elegir un pasaje del libro, podría ser el del relato a dos manos entre Dad y Salvador, pura magia de la que somos testigos privilegiados.

Y podría haberse acabado aquí. Pero no.


Así se dedica un libro. Lo demás es tontería.

Cuatro. El segundo: Neel Ram. Neel Ram pertenece a un género literario único, por inventar, o quizás inventado con ella, con esta novela. La novela de toda una vida, tan real que para serlo el autor ha utilizado un espejo - todo es especular - el protagonista es él y su musa, la real, está con él pero no es ella, y por eso quizás es más ella. Supongo que la única forma de escribir con libertad de uno mismo es así, con la distancia de un personaje inventado. Escritor pero de otros libros, y aún así reconocible en los libros escritos (en los de la vida real). Qué cosa tan bonita ha escrito Salvador. Qué historia de amor tan real no siéndolo. Y no debe ser casualidad que suene en mi cabeza Roma, una canción especular (Amor) que en cierto modo también busca contar el amor al revés, como Neel Ram.



Cinco. El tercero: Nadando contracorriente bis. Esta es una segunda versión de Nadando Contracorriente, del propio PL Salvador, e iba a ser una reedición pero el autor cambió el rumbo de lo que iba a ser en plena pandemia. Y funciona como epílogo de El vampiro Virgen, porque de este ejercicio de reescritura los personajes de la novela hablan al principio, en el principio lejano de esta trilogía. Es la última y la más novela de toda la obra, y viene a representar el final de un descenso vertiginoso, como cuando llegamos la grava de la llanura que nos frena y nos devuelve a lugar seguro. Solo con un autor como PL Salvador somo capaces de entenderlo todo, de porqué una novela policiaca, de que nadie es quien de verdad parece ser y de que hasta las cosas descabelladas acaban teniendo tienen sentido. Como decía Calderón, al fin y al cabo, los sueños, sueños son.



Seis. El asombro. He leído toda la obra reciente de PL Salvador: Nueve Semanas, 2222, La prodigiosa fuga de Cesia, La extraña curación de Marta. Siempre afirmé que había algo grande en el autor, y que algún día explotaría. Esta última novela puede ser perfectamente esa explosión. A veces tengo la sensación de que no hay un plan, de que su obra se va armando a base de impulsos basados en la carencia de complejos, y eso, como todo talento natural, no vale la pena controlarlo, para que brote el genio cuando tenga que brotar. Sin embargo, en otras ocasiones pienso que Salvador tiene un gran plan, y que todo está escrito, nada es improvisado. Cada novela nueva encaja con todas las demás, y algún día lo entenderíamos todos todo. Sin embargo, siempre acabo concluyendo lo mismo. Las explicaciones a las cosas que nos causan asombro nunca son capaces de igualar a la experiencia del asombro en sí, y esa es la magia de una canción, de un libro, de un beso, de una tormenta espectacular, del cuadro que en el museo te hace llorar. Gracias Salvador, por esta experiencia sin palabras formada por palabras. Al resto, ya estáis tardando.

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